Veréis de qué forma acabaron durmiendo mis padres en casa...
Organizamos el fin de semana atendiendo a la disponibilidad de una presunta amiga. Tras un largo período de aplazamientos accedía a compartir su bagaje acumulado en anteriores oposiciones, una vez lograda la plaza.
Ante la necesidad de utilizar el coche para tal menester, y también por mi intempestivo arbitraje del domingo, se acordó una comida en familia.
Un mensaje recibido el viernes por la tarde hacía presagiar una revolución interna: Al valor de la amistad se le había puesto precio, ya que el favor se hacía por ciento cincuenta euros.
No tardó en avisarle para que no contara con verse al día siguiente.
Ya el sábado, con la tarde libre por el improvisado cambio de planes, disfrutamos de un intermedio al ambiente familiar, con baloncesto y compras en un centro comercial, que daría paso al segundo acto previo al desencadenamiento de un inesperado desenlace.
Olvidar la llave del coche en casa de mis padres fue el presagio de lo que seguidamente iba a acontecer. Tras desandar el camino y volver sobre mis pasos me puse en marcha hasta Vicálvaro donde lo dejaría aparcado.
Nunca creí que la decisión de no llevarme la llave y dejársela a Marimar complicase tanto mi noche. Cuando llegué a casa y me dispuse a abrir la puerta maldije mi mala cabeza porque lo que estaba buscando se encontraba donde dejé mi corazón.
Aunque podía haberme quedado en vela toda la noche, al día siguiente tenía que arbitrar y necesitaba pasar por casa para cambiarme de ropa. Como no tenía la llave del coche, volver a Vicálvaro tampoco era una buena opción... así que para salir del apuro sólo me quedaba llamar a mis padres. La cuestión es que eran las dos de la mañana...
lunes, 8 de noviembre de 2010
viernes, 1 de octubre de 2010
Pilar en que apoyarse
Quizá el punto de inicio de este relato sea cuando mi antiguo jefe me dijo que tenía hasta final de mes para aceptar unas condiciones abusivas o buscarme otro lugar para trabajar.
Pienso que, en el conjunto de la situación que os paso a comentar, he mantenido la cabeza fría consiguiendo que los acontecimientos no me desbordaran. O casi.
Siempre mantengo que no creo en las casualidades... También puede ser aplicable a este caso.
En el momento de la difícil situación en la que me encontraba, eché mano de un teléfono que había guardado durante un proceso previo de búsqueda de taxi en el que emplearme. Estuvo ahí más de dos meses y medio hasta que ese mismo día decidí ponerme en contacto con quien se encontraba al otro lado del número. Tras una entrevista el día siguiente y, una vez que supe las condiciones de trabajo, tuve la certeza de que tocaba mudanza laboral.
No fue sencillo el comienzo y ahora, tan sólo con el transcurso de una semana con el nuevo taxi, se me pone una tesitura en la que el jefe me plantea el fin del contrato al acabar la semana. Fue una conversación muy constructiva, aunque sea complicado de explicar, a la vez que me supuso una gran tensión. Día de reflexión, con huelga general, y acudí a mi puesto de trabajo buscando el equilibrio que se me había escapado.
Para ello es necesario vencer la ansiedad y las prisas y poder seguir dejándote llevar por la intuición de querer encontrarte en cada circunstancia en el lugar oportuno y en el momento adecuado y después de más de una hora sucedió. Quizá sucedió antes con el proceso interior que se me iba generando...
Acudió a mí una gran mujer que, tras saludarme, recogió un euro que encontraba en la parte trasera para dármelo.
- ¿Cree usted en la buena y la mala suerte? Le pregunté.
- Pues creo bastante... Siempre hay que estar en el lugar adecuado y no todo el mundo puede conseguirlo.
- Pues yo tengo la certeza de que esta mañana debíamos encontrarnos.
Le comenté mi situación laboral y finalice diciendo:
- Así que me queda esta semana de trabajo. Si quiere mañana me encontrará en el mismo lugar. Es mi forma de ser y cuando no se puede, no se puede y además es imposible.
- Mañana tendré que hacer un viaje largo, así que si quieres nos volvemos a encontrar. En mi casa, justificarse con lo de "es mi forma de ser" está prohibido. Mi madre, con 94 años, tenía la costumbre de mejorarse día a día y llegaba incluso a informarse de cómo iba el Real Madrid, aún sin gustarle el fútbol, para ser capaz de comentarlo con un familiar mío cada vez que surgía un encuentro.
- ¿Sabe lo que le digo?
- ¿Qué?
- Esta no va a ser mi última semana de trabajo aquí. No me voy a dar por vencido.
Y es que todo es cuestión de actitud.
Pienso que, en el conjunto de la situación que os paso a comentar, he mantenido la cabeza fría consiguiendo que los acontecimientos no me desbordaran. O casi.
Siempre mantengo que no creo en las casualidades... También puede ser aplicable a este caso.
En el momento de la difícil situación en la que me encontraba, eché mano de un teléfono que había guardado durante un proceso previo de búsqueda de taxi en el que emplearme. Estuvo ahí más de dos meses y medio hasta que ese mismo día decidí ponerme en contacto con quien se encontraba al otro lado del número. Tras una entrevista el día siguiente y, una vez que supe las condiciones de trabajo, tuve la certeza de que tocaba mudanza laboral.
No fue sencillo el comienzo y ahora, tan sólo con el transcurso de una semana con el nuevo taxi, se me pone una tesitura en la que el jefe me plantea el fin del contrato al acabar la semana. Fue una conversación muy constructiva, aunque sea complicado de explicar, a la vez que me supuso una gran tensión. Día de reflexión, con huelga general, y acudí a mi puesto de trabajo buscando el equilibrio que se me había escapado.
Para ello es necesario vencer la ansiedad y las prisas y poder seguir dejándote llevar por la intuición de querer encontrarte en cada circunstancia en el lugar oportuno y en el momento adecuado y después de más de una hora sucedió. Quizá sucedió antes con el proceso interior que se me iba generando...
Acudió a mí una gran mujer que, tras saludarme, recogió un euro que encontraba en la parte trasera para dármelo.
- ¿Cree usted en la buena y la mala suerte? Le pregunté.
- Pues creo bastante... Siempre hay que estar en el lugar adecuado y no todo el mundo puede conseguirlo.
- Pues yo tengo la certeza de que esta mañana debíamos encontrarnos.
Le comenté mi situación laboral y finalice diciendo:
- Así que me queda esta semana de trabajo. Si quiere mañana me encontrará en el mismo lugar. Es mi forma de ser y cuando no se puede, no se puede y además es imposible.
- Mañana tendré que hacer un viaje largo, así que si quieres nos volvemos a encontrar. En mi casa, justificarse con lo de "es mi forma de ser" está prohibido. Mi madre, con 94 años, tenía la costumbre de mejorarse día a día y llegaba incluso a informarse de cómo iba el Real Madrid, aún sin gustarle el fútbol, para ser capaz de comentarlo con un familiar mío cada vez que surgía un encuentro.
- ¿Sabe lo que le digo?
- ¿Qué?
- Esta no va a ser mi última semana de trabajo aquí. No me voy a dar por vencido.
Y es que todo es cuestión de actitud.
domingo, 5 de septiembre de 2010
MIGO
Estaba eufórico por lo bien que me había sentido el día anterior... o por la emocionante vivencia que estaba a punto de experimentar.
Todo comenzó en la parada de taxi del metro de Ópera donde no tardé en percibir el maravilloso Canon de Pachelbel, interpretado por una orqueta de cuerda callejera, gracias a la proximidad con la calle Arenal. Me inundó el corazón de emoción y fue el inmejorable comienzo de una inolvidable experiencia.
Irradiaba un aura por el que era imposible no dejarse empapar y con el que sabías a ciencia cierta que, aunque ibas a quedar conmocionado, no podías menos que echar más madera al inevitable choque frontal de trenes que iba a acontecer en los instantes siguientes.
Tan pronto como vi su cartera me vi impulsado a preguntarle si aquellas dos alitas de ángel que descubrí eran de Aerosmith... Me dijo que se trataba de Motorhead y que mucha gente se lo preguntaba, pero que también le gustaba mucho el grupo que le comenté.
- Ahí tengo un recopilatorio de Aerosmith y otros cuantos, para que a cualquiera que le guste le asalte el deseo de escucharlos de camino a su destino.
- ¡También tienes uno de Offspring!
- Sí, es mi grupo favorito...
- A mí también me encantan.
Antes de que me diese cuenta ya me lo estaba acercando para que lo escucháramos.
Con ese inigualable hilo musical de fondo, y maravillado porque propiciase su reproducción, valoramos lo bueno que es encontrar gente afín.
- ¿No serás Virgo?
- Soy Aries... ¿Y tú? - Le pregunté.
- Yo Libra.
- Vaya, el signo del equilibrio...
- Más bien el del desequilibrio, todo lo contrario al tuyo.
A continuación, me comentó que se iba a Estados Unidos y tras preguntarle las razones para tomar esa decisión me dijo que por acompañar a su novio.
- Si no funciona lo vuestro, aquí tienes a alguien al que ya has conquistado.
Seguidamente, le comenté que yo también estuve en Estados Unidos disfrutando de una experiencia que me marcó para toda la vida en un campamento en Maryland, prueba de ello es que aún mantengo la bandera americana en la mesita de noche, pero que había sacado una visión de ellos algo negativa por no verles capaces de trabajar en equipo debido a su excesivo afán por el triunfo personal.
Llevaba puesta la camiseta del campamento ese día.
Al final del trayecto y con una enorme sonrisa de satisfacción por haber compartido ese rato llegó la despedida:
- Aunque no estarás por aquí te voy a dar una tarjeta, a ver si algún día volvemos a coincidir.
No me resistí a no cobrarle la carrera... Hay cosas que si no haces, luego te arrepientes.
La sorpresa la dejó muy agradecida. Tras bajar del coche para sacarle la mochila del maletero me despedí de ella con dos besos, no sin antes hacerla consciente de que en la tarjeta también aparecía mi correo electrónico... quizá de esta forma podríamos mantener el contacto en la distancia.
- Te llamas Miguel...
- Sí... ¿Y tú?
- Bego.
- Me ha encantado conocerte. Que te vaya todo genial.
- Gracias. Cuenta con que te llamaré.
Y a petición expresa de una fiel seguidora adjunto un acertijo, a ver si sois capaces de completar la frase... Tenéis que copiarla y concluirla. El título del relato es una pista.
"Quiero compartir el resto de mi vida con..."
Espero que os haya gustado.
Un abrazo cósmico.
Todo comenzó en la parada de taxi del metro de Ópera donde no tardé en percibir el maravilloso Canon de Pachelbel, interpretado por una orqueta de cuerda callejera, gracias a la proximidad con la calle Arenal. Me inundó el corazón de emoción y fue el inmejorable comienzo de una inolvidable experiencia.
Irradiaba un aura por el que era imposible no dejarse empapar y con el que sabías a ciencia cierta que, aunque ibas a quedar conmocionado, no podías menos que echar más madera al inevitable choque frontal de trenes que iba a acontecer en los instantes siguientes.
Tan pronto como vi su cartera me vi impulsado a preguntarle si aquellas dos alitas de ángel que descubrí eran de Aerosmith... Me dijo que se trataba de Motorhead y que mucha gente se lo preguntaba, pero que también le gustaba mucho el grupo que le comenté.
- Ahí tengo un recopilatorio de Aerosmith y otros cuantos, para que a cualquiera que le guste le asalte el deseo de escucharlos de camino a su destino.
- ¡También tienes uno de Offspring!
- Sí, es mi grupo favorito...
- A mí también me encantan.
Antes de que me diese cuenta ya me lo estaba acercando para que lo escucháramos.
Con ese inigualable hilo musical de fondo, y maravillado porque propiciase su reproducción, valoramos lo bueno que es encontrar gente afín.
- ¿No serás Virgo?
- Soy Aries... ¿Y tú? - Le pregunté.
- Yo Libra.
- Vaya, el signo del equilibrio...
- Más bien el del desequilibrio, todo lo contrario al tuyo.
A continuación, me comentó que se iba a Estados Unidos y tras preguntarle las razones para tomar esa decisión me dijo que por acompañar a su novio.
- Si no funciona lo vuestro, aquí tienes a alguien al que ya has conquistado.
Seguidamente, le comenté que yo también estuve en Estados Unidos disfrutando de una experiencia que me marcó para toda la vida en un campamento en Maryland, prueba de ello es que aún mantengo la bandera americana en la mesita de noche, pero que había sacado una visión de ellos algo negativa por no verles capaces de trabajar en equipo debido a su excesivo afán por el triunfo personal.
Llevaba puesta la camiseta del campamento ese día.
Al final del trayecto y con una enorme sonrisa de satisfacción por haber compartido ese rato llegó la despedida:
- Aunque no estarás por aquí te voy a dar una tarjeta, a ver si algún día volvemos a coincidir.
No me resistí a no cobrarle la carrera... Hay cosas que si no haces, luego te arrepientes.
La sorpresa la dejó muy agradecida. Tras bajar del coche para sacarle la mochila del maletero me despedí de ella con dos besos, no sin antes hacerla consciente de que en la tarjeta también aparecía mi correo electrónico... quizá de esta forma podríamos mantener el contacto en la distancia.
- Te llamas Miguel...
- Sí... ¿Y tú?
- Bego.
- Me ha encantado conocerte. Que te vaya todo genial.
- Gracias. Cuenta con que te llamaré.
Y a petición expresa de una fiel seguidora adjunto un acertijo, a ver si sois capaces de completar la frase... Tenéis que copiarla y concluirla. El título del relato es una pista.
"Quiero compartir el resto de mi vida con..."
Espero que os haya gustado.
Un abrazo cósmico.
sábado, 14 de agosto de 2010
IRIRÁ
"Porque no existe la casualidad... Todo comienza al estar en el sitio adecuado y en el momento preciso si te dejas llevar por tu intuición"
Eso me sucedió el miércoles cuando coincidí con Fernando San Emeterio mientras esperaba un servicio en el Hotel Meliá Castilla.
- ¿Tienes cambio de 50 Euros?
- Sí, no hay problema.
- Quería ir a Chamartín.
- Allá vamos. Tú eres jugador de baloncesto... ¿verdad?
- Sí, soy San Emeterio - Me dijo.
- Era en quien primero había pensado pero me parecía imposible porque te creía en otro lugar...
- Regresamos ayer de Eslovenia tras el partido y hemos pasado aquí la noche.
- Anoche estuve viendo el partido. ¡¡¡Que genial fue esa entrada a canasta que hiciste, marca de la casa!!! No te imaginas la alegría que me da coincidir contigo... Soy un apasionado del baloncesto. Por cierto... ¿cómo va el proceso?
- ¿Qué proceso? - Preguntó.
- Lo del último descarte entre Carlos Suarez y tú de cara a jugar el mundial.
- A ver en qué queda la cosa...
- Mucho ánimo... tránsmiteselo también de mi parte a Carlos. ¿Tendrás tiempo para firmarme un autógrafo?
- Claro. ¿Cómo te llamas?
- Miguel... Gracias y que vaya bien.
Ese mismo día se sabía que San Emeterio estaría en el Mundial y que se había descartado a Carlos Suarez.
Lo de plantear un concursazo para ver quién daba con el enigma de averiguar la persona que me había firmado el autógrafo ya lo sabéis, así que lo pasaré por alto y continuaré diciendoos que el día siguiente fue más intenso si cabe, en parte por una conversación con un tocayo que quedó pospuesta para concluirla en una segunda ocasión y en parte por el encuentro, movido por los hilos del destino, de una increible mujer a la que no pude menos que dar mi tarjeta por si quería llamarme en los días sucesivos.
Y ocurrió. El sábado por la mañana me llamó para llevarla de nuevo al aeropuerto. Acordamos la hora y, para hacer tiempo, esperé en una parada de taxi. Cuando creía que me tendría que ir directamente a recogerla sucedió algo extraordinario: un conductor perdido estaba pidiendo ayuda para poder encaminarse a la carretera de Burgos y yo me ofrecí a ello, saliendo del primer lugar que ocupaba en la línea de taxis y escuchando de un compañero "cóbrale por lo menos 10 euros", al que respondí "hay cosas en la vida que hay que hacer gratis".
Llegue al encuentro con esta mujer con un margen inferior de cinco minutos respecto a la hora fijada y con una gran satisfacción interna. Justo después de llegar al aeropuerto me encaminé a la bolsa de taxis para esperar la llegada de viajeros y me sorprendió encontrarme de nuevo al taxista con el que había coincidido en la parada previamente, preguntándome si finalmente había llevado al conductor, el cual me miró como un bicho raro tras la afirmación a su pregunta.
Un rato después, se cruzó delante de mí la selección de baloncesto de Brasil entre la cual logré identificar a dos vigentes campeones de la liga española de nuevo, Splitter y Marcelinho Huertas, consiguiendo de este último un autógrafo que supuso tanto una enorme pitada, al no atender apresuradamente el avance de la línea de taxis, como ser más consciente de que en estos días me he visto inundado de señales hasta que se ha cerrado el círculo para comprender el lugar que me asigna mi interior.
Gracias por todo.
Un abrazo cósmico.
Eso me sucedió el miércoles cuando coincidí con Fernando San Emeterio mientras esperaba un servicio en el Hotel Meliá Castilla.
- ¿Tienes cambio de 50 Euros?
- Sí, no hay problema.
- Quería ir a Chamartín.
- Allá vamos. Tú eres jugador de baloncesto... ¿verdad?
- Sí, soy San Emeterio - Me dijo.
- Era en quien primero había pensado pero me parecía imposible porque te creía en otro lugar...
- Regresamos ayer de Eslovenia tras el partido y hemos pasado aquí la noche.
- Anoche estuve viendo el partido. ¡¡¡Que genial fue esa entrada a canasta que hiciste, marca de la casa!!! No te imaginas la alegría que me da coincidir contigo... Soy un apasionado del baloncesto. Por cierto... ¿cómo va el proceso?
- ¿Qué proceso? - Preguntó.
- Lo del último descarte entre Carlos Suarez y tú de cara a jugar el mundial.
- A ver en qué queda la cosa...
- Mucho ánimo... tránsmiteselo también de mi parte a Carlos. ¿Tendrás tiempo para firmarme un autógrafo?
- Claro. ¿Cómo te llamas?
- Miguel... Gracias y que vaya bien.
Ese mismo día se sabía que San Emeterio estaría en el Mundial y que se había descartado a Carlos Suarez.
Lo de plantear un concursazo para ver quién daba con el enigma de averiguar la persona que me había firmado el autógrafo ya lo sabéis, así que lo pasaré por alto y continuaré diciendoos que el día siguiente fue más intenso si cabe, en parte por una conversación con un tocayo que quedó pospuesta para concluirla en una segunda ocasión y en parte por el encuentro, movido por los hilos del destino, de una increible mujer a la que no pude menos que dar mi tarjeta por si quería llamarme en los días sucesivos.
Y ocurrió. El sábado por la mañana me llamó para llevarla de nuevo al aeropuerto. Acordamos la hora y, para hacer tiempo, esperé en una parada de taxi. Cuando creía que me tendría que ir directamente a recogerla sucedió algo extraordinario: un conductor perdido estaba pidiendo ayuda para poder encaminarse a la carretera de Burgos y yo me ofrecí a ello, saliendo del primer lugar que ocupaba en la línea de taxis y escuchando de un compañero "cóbrale por lo menos 10 euros", al que respondí "hay cosas en la vida que hay que hacer gratis".
Llegue al encuentro con esta mujer con un margen inferior de cinco minutos respecto a la hora fijada y con una gran satisfacción interna. Justo después de llegar al aeropuerto me encaminé a la bolsa de taxis para esperar la llegada de viajeros y me sorprendió encontrarme de nuevo al taxista con el que había coincidido en la parada previamente, preguntándome si finalmente había llevado al conductor, el cual me miró como un bicho raro tras la afirmación a su pregunta.
Un rato después, se cruzó delante de mí la selección de baloncesto de Brasil entre la cual logré identificar a dos vigentes campeones de la liga española de nuevo, Splitter y Marcelinho Huertas, consiguiendo de este último un autógrafo que supuso tanto una enorme pitada, al no atender apresuradamente el avance de la línea de taxis, como ser más consciente de que en estos días me he visto inundado de señales hasta que se ha cerrado el círculo para comprender el lugar que me asigna mi interior.
Gracias por todo.
Un abrazo cósmico.
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