Estaba eufórico por lo bien que me había sentido el día anterior... o por la emocionante vivencia que estaba a punto de experimentar.
Todo comenzó en la parada de taxi del metro de Ópera donde no tardé en percibir el maravilloso Canon de Pachelbel, interpretado por una orqueta de cuerda callejera, gracias a la proximidad con la calle Arenal. Me inundó el corazón de emoción y fue el inmejorable comienzo de una inolvidable experiencia.
Irradiaba un aura por el que era imposible no dejarse empapar y con el que sabías a ciencia cierta que, aunque ibas a quedar conmocionado, no podías menos que echar más madera al inevitable choque frontal de trenes que iba a acontecer en los instantes siguientes.
Tan pronto como vi su cartera me vi impulsado a preguntarle si aquellas dos alitas de ángel que descubrí eran de Aerosmith... Me dijo que se trataba de Motorhead y que mucha gente se lo preguntaba, pero que también le gustaba mucho el grupo que le comenté.
- Ahí tengo un recopilatorio de Aerosmith y otros cuantos, para que a cualquiera que le guste le asalte el deseo de escucharlos de camino a su destino.
- ¡También tienes uno de Offspring!
- Sí, es mi grupo favorito...
- A mí también me encantan.
Antes de que me diese cuenta ya me lo estaba acercando para que lo escucháramos.
Con ese inigualable hilo musical de fondo, y maravillado porque propiciase su reproducción, valoramos lo bueno que es encontrar gente afín.
- ¿No serás Virgo?
- Soy Aries... ¿Y tú? - Le pregunté.
- Yo Libra.
- Vaya, el signo del equilibrio...
- Más bien el del desequilibrio, todo lo contrario al tuyo.
A continuación, me comentó que se iba a Estados Unidos y tras preguntarle las razones para tomar esa decisión me dijo que por acompañar a su novio.
- Si no funciona lo vuestro, aquí tienes a alguien al que ya has conquistado.
Seguidamente, le comenté que yo también estuve en Estados Unidos disfrutando de una experiencia que me marcó para toda la vida en un campamento en Maryland, prueba de ello es que aún mantengo la bandera americana en la mesita de noche, pero que había sacado una visión de ellos algo negativa por no verles capaces de trabajar en equipo debido a su excesivo afán por el triunfo personal.
Llevaba puesta la camiseta del campamento ese día.
Al final del trayecto y con una enorme sonrisa de satisfacción por haber compartido ese rato llegó la despedida:
- Aunque no estarás por aquí te voy a dar una tarjeta, a ver si algún día volvemos a coincidir.
No me resistí a no cobrarle la carrera... Hay cosas que si no haces, luego te arrepientes.
La sorpresa la dejó muy agradecida. Tras bajar del coche para sacarle la mochila del maletero me despedí de ella con dos besos, no sin antes hacerla consciente de que en la tarjeta también aparecía mi correo electrónico... quizá de esta forma podríamos mantener el contacto en la distancia.
- Te llamas Miguel...
- Sí... ¿Y tú?
- Bego.
- Me ha encantado conocerte. Que te vaya todo genial.
- Gracias. Cuenta con que te llamaré.
Y a petición expresa de una fiel seguidora adjunto un acertijo, a ver si sois capaces de completar la frase... Tenéis que copiarla y concluirla. El título del relato es una pista.
"Quiero compartir el resto de mi vida con..."
Espero que os haya gustado.
Un abrazo cósmico.