viernes, 1 de octubre de 2010

Pilar en que apoyarse

Quizá el punto de inicio de este relato sea cuando mi antiguo jefe me dijo que tenía hasta final de mes para aceptar unas condiciones abusivas o buscarme otro lugar para trabajar.

Pienso que, en el conjunto de la situación que os paso a comentar, he mantenido la cabeza fría consiguiendo que los acontecimientos no me desbordaran. O casi.

Siempre mantengo que no creo en las casualidades... También puede ser aplicable a este caso.

En el momento de la difícil situación en la que me encontraba, eché mano de un teléfono que había guardado durante un proceso previo de búsqueda de taxi en el que emplearme. Estuvo ahí más de dos meses y medio hasta que ese mismo día decidí ponerme en contacto con quien se encontraba al otro lado del número. Tras una entrevista el día siguiente y, una vez que supe las condiciones de trabajo, tuve la certeza de que tocaba mudanza laboral.

No fue sencillo el comienzo y ahora, tan sólo con el transcurso de una semana con el nuevo taxi, se me pone una tesitura en la que el jefe me plantea el fin del contrato al acabar la semana. Fue una conversación muy constructiva, aunque sea complicado de explicar, a la vez que me supuso una gran tensión. Día de reflexión, con huelga general, y acudí a mi puesto de trabajo buscando el equilibrio que se me había escapado.

Para ello es necesario vencer la ansiedad y las prisas y poder seguir dejándote llevar por la intuición de querer encontrarte en cada circunstancia en el lugar oportuno y en el momento adecuado y después de más de una hora sucedió. Quizá sucedió antes con el proceso interior que se me iba generando...

Acudió a mí una gran mujer que, tras saludarme, recogió un euro que encontraba en la parte trasera para dármelo.

- ¿Cree usted en la buena y la mala suerte? Le pregunté.
- Pues creo bastante... Siempre hay que estar en el lugar adecuado y no todo el mundo puede conseguirlo.
- Pues yo tengo la certeza de que esta mañana debíamos encontrarnos.

Le comenté mi situación laboral y finalice diciendo:

- Así que me queda esta semana de trabajo. Si quiere mañana me encontrará en el mismo lugar. Es mi forma de ser y cuando no se puede, no se puede y además es imposible.

- Mañana tendré que hacer un viaje largo, así que si quieres nos volvemos a encontrar. En mi casa, justificarse con lo de "es mi forma de ser" está prohibido. Mi madre, con 94 años, tenía la costumbre de mejorarse día a día y llegaba incluso a informarse de cómo iba el Real Madrid, aún sin gustarle el fútbol, para ser capaz de comentarlo con un familiar mío cada vez que surgía un encuentro.

- ¿Sabe lo que le digo?
- ¿Qué?
- Esta no va a ser mi última semana de trabajo aquí. No me voy a dar por vencido.

Y es que todo es cuestión de actitud.