lunes, 15 de junio de 2015
El conflicto de la vida
Retomo el impulso de escribir relatos tras un largo período de tiempo en sequía, hoy que por fin vuelve la lluvia y, por desgracia, ella también representa lágrimas a las que una parte de mí quisiera aferrarse.
La conversación en el taxi que me ha aportado la paz que andaba buscando, con el placer de compartir unos instantes, ha hecho aflorar vivencias comunes como la de quien por traslados laborales acaba siendo destinado a zonas de conflicto en Irak y Afganistán.
He compartido junto a una religiosa esta experiencia, que ha llevado amistades a recónditos lugares en similares circunstancias y, a pesar de que un primer pensamiento asaltaba mi mente, al recibir la trágica noticia de que la vida de alguien querido llegaba a su fin, nos deparaba un fatídico desenlace común manifestado en formas alternativas.
En lo que a mi tristeza respecta, estas circunstancias suponen haberse enfrentado a una grave enfermedad, mientras transcurre el tiempo sin saber de esta situación; sólo con el consuelo por recordar que, no hace mucho tiempo y tras un distanciamiento previo, la vida me regalaba uno de los momentos más bonitos que, a la postre, supone un broche inmejorable a una eterna amistad.
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