martes, 7 de julio de 2015

Los efectos del ambiente

He tenido la necesidad de escribir acerca de un tema que me preocupa y que se está convirtiendo en algo más frecuente de lo que cabría esperar durante las noches madrileñas.

Si tu cuerpo comienza a experimentar un malestar general con sudoración abundante, náuseas y dolor de cabeza (dato a tener mucho más en cuenta entre las féminas) podrías considerar que una mala noche de ocio nocturno la tiene cualquiera, quizá al constatar que nuevamente acaba la fiesta sin llevarte a alguien a la cama (siendo esta vez el hombre quien pueda sentirse más identificado). Sin embargo, ante estos síntomas y tras el obligado paso por el aseo, comienza a plantearte si esta reacción podría ser inducida por algún agente externo.

En el último mes y medio se me ha reiterado el comentario de que, al ausentarte un momento para ir al baño o bajar la guardia, se ha echado una sustancia en la bebida que ingieres y empiezas a sentirte fatal.

Comienzo a preguntarme las razones por las que una persona puede cometer este delito. Es probable que sea por un motivo que le suponga satisfacción personal: tal vez por disfrutar de cómo se va sintiendo la presa en este absurdo juego... o puede que, ante el exceso de confianza que el efecto de la droga provoca, busque ese disfrute intentando abusar sexualmente de ella.

Todo ello se facilita debido a que las sensaciones experimentadas presentan, a su vez, un componente psicoemocional con pérdida de autocontrol y falta de asertividad que hace que, mientras duran sus efectos, te preguntes con sorpresa cómo es posible que te halles en la situación en la que te encuentras.

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