miércoles, 2 de septiembre de 2015

MERCEDES

Pueda parecer curioso que viniendo de un taxista y con ese título no se hable de coches… Este relato tratará de la grata experiencia acaecida, previo al almuerzo, que comienzo con una pregunta: ¿cuándo en la mañana he comenzado a salirme del camino para hallar el mío propio? La reflexión daría para un capítulo aparte pero, quizá con la Paz, encontré el tiempo indispensable en el lugar donde la calma consigue apropiarse de la agitación con la que cada persona viaja.

Era inevitable aguardar para que sucediera, no directamente eso sí, porque tras el consiguiente regreso a la capital y un cierto callejeo accesorio, aguardaba alguien a quien las circunstancias impedían un raudo desplazamiento.

Lo cierto es que ni estaba de servicio ni me importaba no estarlo, abierto a desarrollar mi labor… y muy bien que resultó el desenlace.

Nada más verla, en el lugar tan aislado que la encontré, le dije que un ángel me había mandado a su puerta y este primer comentario me mostró que se hallaba receptiva al diálogo: teníamos que encontrarnos.

A mitad de recorrido hice alusión a que quizá se fuera a enfadar por enterarse, siempre llegado al destino para no anticipar acontecimientos que delatasen mi decisión de no cobrar la carrera, por encontrarse el taxímetro apagado; aunque finalmente no fue así debido a la gran similitud de pensamiento y la satisfacción mutua por haber compartido una causalidad que podría darse el caso de volver a suceder si al darle mi tarjeta consiguieran alinearse los planetas con ese propósito.

martes, 7 de julio de 2015

Los efectos del ambiente

He tenido la necesidad de escribir acerca de un tema que me preocupa y que se está convirtiendo en algo más frecuente de lo que cabría esperar durante las noches madrileñas.

Si tu cuerpo comienza a experimentar un malestar general con sudoración abundante, náuseas y dolor de cabeza (dato a tener mucho más en cuenta entre las féminas) podrías considerar que una mala noche de ocio nocturno la tiene cualquiera, quizá al constatar que nuevamente acaba la fiesta sin llevarte a alguien a la cama (siendo esta vez el hombre quien pueda sentirse más identificado). Sin embargo, ante estos síntomas y tras el obligado paso por el aseo, comienza a plantearte si esta reacción podría ser inducida por algún agente externo.

En el último mes y medio se me ha reiterado el comentario de que, al ausentarte un momento para ir al baño o bajar la guardia, se ha echado una sustancia en la bebida que ingieres y empiezas a sentirte fatal.

Comienzo a preguntarme las razones por las que una persona puede cometer este delito. Es probable que sea por un motivo que le suponga satisfacción personal: tal vez por disfrutar de cómo se va sintiendo la presa en este absurdo juego... o puede que, ante el exceso de confianza que el efecto de la droga provoca, busque ese disfrute intentando abusar sexualmente de ella.

Todo ello se facilita debido a que las sensaciones experimentadas presentan, a su vez, un componente psicoemocional con pérdida de autocontrol y falta de asertividad que hace que, mientras duran sus efectos, te preguntes con sorpresa cómo es posible que te halles en la situación en la que te encuentras.

domingo, 28 de junio de 2015

Platero y nosotros

Tanto María como muchos otros nos empeñamos cada día en rebatir el argumento de Hobbes, que defiende que el hombre es lobo para el hombre.

A pesar de que las nubes en tu cielo te hagan creer muchas veces que sus estrellas se han esfumado, la riqueza de lo colectivo siempre está presente. Me gusta pensar que los astros son cada uno de los millones de personas que han aportado y siguen aportando su granito de arena para conseguir un mundo mejor.

Una corriente psicológica llamada Gestalt nos aporta esta visión: la suma de partes por separado no consigue alcanzar el poder que todo tiene en su conjunto. Aunando esfuerzos somos capaces de alcanzar todo cuanto nos proponemos, aunque en algún caso haya supuesto grandes errores en la Historia de la Humanidad de los que ojalá hayamos aprendido para no volver a cometerlos.

Es la cooperación la máxima expresión de dicha unión de fuerzas. También en mi gremio se dan gestos desinteresados para que entre varios se consiga arrancar el coche de un compañero, empujándolo, de lo cual me siento muy orgulloso.

Platero, no tanto referido al oficio del metal sino más bien asociado al ámbito cultural. Este espíritu con el que nos sentimos identificados que va mucho más allá de un producto con éxito: se trata de una construcción social que todos hacemos nuestra y que nos aporta un patrón de valores comunes.

Estoy convencido de que ni sólo tú, ni yo únicamente; toda la gente está con Platero.

lunes, 15 de junio de 2015

El conflicto de la vida


Retomo el impulso de escribir relatos tras un largo período de tiempo en sequía, hoy que por fin vuelve la lluvia y, por desgracia, ella también representa lágrimas a las que una parte de mí quisiera aferrarse.

La conversación en el taxi que me ha aportado la paz que andaba buscando, con el placer de compartir unos instantes, ha hecho aflorar vivencias comunes como la de quien por traslados laborales acaba siendo destinado a zonas de conflicto en Irak y Afganistán.

He compartido junto a una religiosa esta experiencia, que ha llevado amistades a recónditos lugares en similares circunstancias y, a pesar de que un primer pensamiento asaltaba mi mente, al recibir la trágica noticia de que la vida de alguien querido llegaba a su fin, nos deparaba un fatídico desenlace común manifestado en formas alternativas.

En lo que a mi tristeza respecta, estas circunstancias suponen haberse enfrentado a una grave enfermedad, mientras transcurre el tiempo sin saber de esta situación; sólo con el consuelo por recordar que, no hace mucho tiempo y tras un distanciamiento previo, la vida me regalaba uno de los momentos más bonitos que, a la postre, supone un broche inmejorable a una eterna amistad.